Cosas de niños

Banda sonora: el disco 22, a Million, de Bon Iver, en el que se utiliza ampliamente el OP-1

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Para un bebé no existen las reglas del juego.

Coge una pelota y la patea: diversión asegurada.

Especulo con que lo que le produce una enorme felicidad sea la liberación de dopamina producida, tal vez, por conseguir pequeñas victorias en su desarrollo psicomotriz. Ese es su mundo, su juego: patear pelotas sin un objetivo.

De niños establecemos relaciones sociales y el juego (lo lúdico por lo lúdico) se formaliza, convirtiéndose en juego (con unas normas establecidas).

“Games are formalized expressions of play which allow people to go beyond immediate imagination and direct physical activity.”

- Wikipedia

Una vez nuestra diversión está racionalizada incluimos objetivos: a ver si consigo dar 50 toques sin que se me caiga, goles, etc.

De esa manera pervertimos el juego original, el que está libre de pecado ya que en él no podemos corromper ninguna norma.

Ayer mismo, mientras daba un paseo por la dársena, pasaron a mi lado dos niñas jugando a dar saltos y una, en un alarde de rebeldía social, le dijo a la otra: “Vale cualquier tipo de salto.”

Como si le dijera: “Ahora seamos libres”.

La gran mayoría de objetos que nos rodean están pervertidos por esa ansia de formalización, sistematización y, especialmente hoy en día, medición de objetivos. Parece que necesitemos que estén despojados de cualquier atisbo de inocencia.

Hay excepciones, como el OP-1 de Teenage Engineering.

Del OP-1 se ha escrito mucho como objeto para hacer música, pero creo que se ha escrito poco sobre el diseño del producto, más allá de las claras influencias de Dieter Rams.

Pero… ¿qué es el OP-1?

Podríamos decir que es una estación independiente de producción musical: tiene capacidad de síntesis, secuenciadores, efectos, grabador de 4 pistas, sampler… por tener tiene hasta radio. Es una navaja suiza para trabajar con sonido.

Sin embargo, al igual que una navaja suiza, es pequeño. Su tamaño es ridículo para algo de su potencia. Si no recuerdo mal, era Steve Jobs (puede que lo dijera otro pero se lo voy a atribuir a él) quien decía que un objeto pequeño producía una conexión emocional con su usuario ya que sentía la necesidad de protegerlo. Y eso pasa con el OP-1.

A pesar de su tamaño es pesado: se siente macizo. Sus cualidades físicas hacen que lo percibas como un objeto íntegro.

Personalmente, pienso que lo que hace realmente íntegro a un objeto es que es coherente con las decisiones que se han tomado en su diseño. Un producto honesto y consecuente consigo mismo desde el momento de su concepción. El OP1 lo es también en ese aspecto.

Más allá de sus influencias ramsianas (no me cabe duda de que sería el sintetizador que tendría Dieter), sus diseñadores claramente se han inspirado en sintetizadores como el Casio PT80 y el Casio VL-Tone. Sintetizadores ochenteros para niños.

Casio PT-80, de la familia de los casiotones.

Pero, como veremos más adelante, otras partes de su interfaz también son coherentes con esas referencias a los 80s.

Lo siguiente que llama la atención son los botones y las teclas (alejadas de la forma y disposición clásicas de blancas y negras). Claramente han sido moldeadas a imagen de los botones de la Divisumma que diseñó Mario Bellini para Olivetti en 1972.

La Divisumma 18 de Bellini y macros de sus botones y los del OP-1-

Otro detalle que me fascina es el tacto de los potenciómetros, los cuales transmiten un clic en cada paso mientras los giras. Recuerda poderosamente a los que se producían en los iPod con click-wheel, algo que, personalmente, me producía una sensación muy placentera.

Su paleta cromática es escueta (principalmente azul, verde, blanco y naranja) y está ejecutada de forma que, de manera intuitiva, asocies los colores a las acciones resultantes. El color es la guía que nos ayuda a conectar los diferentes elementos.

Pero donde creo que realmente se diferencia de la competencia es en su interfaz gráfica. En ella la gente de Teenage Engineering decide desprenderse prácticamente del lenguaje clásico utilizado en sintetizadores para rendirse a lo lúdico.

No hay cifras que determinen el valor de un parámetro, casi no hay referencias a los tipos de ondas, ni al tipo de filtro, hay secuenciadores que ni están atados a un tempo… la mayoría de las cosas funcionan por pura intución y otras tienen sus propias normas, que no siempre guardan relación con las musicales.

El diseño del OP-1 claramente está basado en el reconocimiento. Quitando ciertas funcionalidades es todo tan obvio e intuitivo (o tan intencionadamente oscuro e ininteligible) que puedes utilizarlo directamente cuando lo enciendes por primavera vez. La curva de aprendizaje es prácticamente inexistente. (Su opuesto absoluto sería el Octatrack, al que a lo mejor dedico un artículo más adelante.)

Tendría que dedicar muchos posts si quisiera analizar cada uno de los motores de síntesis/secuenciadores/efectos que tiene, por lo que me voy a limitar a mostrar un par de ejemplos de secuenciadores que me parecen muy significativos (vídeos directamente del canal de Teenage Engineering):

Tombola

Sketch (¿Recuerdas el Telesketch?)

Y esa obsesión por los juegos permea también el diseño de sus accesorios, algunos de ellos compatibles con Lego.

Tengamos en cuenta que el mercado está saturado de productos hardware para la producción musical. y, si trabajas con software, sólo necesitas un DAW para multiplicar exponencialmente tu número de opciones.

Sin embargo el OP-1 se trata de establecer barreras a todas las funcionalidades con el objetivo de que te centres realmente en la música que estás haciendo y no en infinidad de parámetros. Y de que te lo pases bien haciéndolo, que te reencuentres con el niño que eras que jugaba grabando cassettes (pido disculpas por el ejemplo de millennial cuarentón).

Me hubiera gustado ver una conversación entre sus diseñadores para descubrir como decidieron establecer los límites en la interfaz… y para conocer la cantidad de “noes” que se dijeron a sí mismos cuando pensaban en añadir capas de complejidad.

Leía el otro día una entrevista sobre un producto, cuyo diseñador explicaba: “lack of features is our main feature”. Creo que también se le puede aplicar a éste en gran medida.

El OP-1 es el sintetizador del homo ludens en su forma más pura.

Nos permite ignorar las normas, nos libera del sentido común y la obsesión racionalizadora.

Para que así, mientras hacemos música, podamos decir:

“Vale cualquier tipo de salto”.

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Algunos usuarios del OP-1: Thom Yorke, Deadmau5, Beck, Depeche Mode, Jean-Michel Jarre, OK Go, Chvrches, Tame Impala, Bon Iver…


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