El hombre 474.481

Banda sonora: Wagner - Die Walküre, WWV 86B / Act 3 - "Hojotoho! Heiaha!"

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Año 1905, Mannheim, Alemania. Luise Máthilde Wilhelmine Hommel da a luz a nuestro protagonista.

Años más tarde la familia se mudaría a Heidelberg. Y, cuando al joven le llega la hora de decantarse por una profesión, decide seguir los pasos de su padre: arquitecto. Así que se traslada a Karlsruhe, luego a Munich y finalmente a Berlín, para estudiar en la Technische Universität. Allí destaca bajo la tutela de Heinrich Tessenow, un reconocido urbanista y arquitecto. Es también en esta época cuando conoce a Rudolf Wolters, con el que forja una gran amistad que se acabaría viendo truncada en el futuro.

Aunque, en los años siguientes, haría otro tipo de amigos.

“La forma más simple no es siempre la mejor, pero lo mejor siempre es lo más simple.”

– Heinrich Tessenow

No sería hasta 1931 cuando se inscribe en el partido nazi, convirtiéndose en el afiliado 474.481.

Berthold Konrad Hermann Albert Speer sentaba así las bases para poder convertirse en el arquitecto del régimen.

Para convertirse en la persona que acabaría cenando de forma habitual con Hitler.

El que acabaría siendo uno de los favoritos del führer.

Albert Speer. Fuente

Bajo el ala de Adolf (el malo, no el otro) se encargó de las obras más grandilocuentes del partido. Todo bajo la épica que definía el Volksgeist germano de la época: una recuperación de la arquitectura neoclásica magnificada por los excesos y el uso de una escala que se alejaba de lo humano. Hasta rozar lo divino.

Los edificios no sólo tenían que ser bellos recién construidos, sino que, aplicando la teoría del "valor de las ruinas", también debían serlo cuando eran convertidos a escombros. Una teoría que tal vez fuera una premonición inconsciente del resultado de la guerra.

El ejemplo perfecto de esto es el diseño de Speer que más tarde recibió el sobrenombre de Catedral de Luz. La obra se basaba en el Altar de Pérgamo pero con un plus de tamaño.

Maqueta del altar de Zeus en el Museo de Pérgamo, Berlín. Fuente

Hitler, un adelantado a su tiempo, decía: “The function of the artillery and infantry will be taken over in the future by propaganda.”

Así que añadieron al edificio un extra de teatralidad, artificio y épica en forma de luz (también para ocultar el hecho de que aún no estaba terminado).

150 reflectores antiaéreos colocados en la parte trasera del edificio proyectaban kilómetros de columnas de luz hacia los cielos (dato real). Todo hacia arriba, vertical. Al igual que las catedrales góticas. Hacia Dios.

Y 240.000 personas en comunión, alzando la vista hacia los cielos.

La Catedral de Luz en el Campo Zeppelín.

Me fascina pensar en como se debían sentir los asistentes a semejantes eventos. Paradójicamente me imagino que presenciar algo de tal magnitud con una multitud de personas compartiendo las mismas creencias no les haría sentir pequeños, sino gigantes.

Después de semejante espectáculo, ¿cómo no pensar en la posibilidad de ganar la guerra?

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Leí por primera vez sobre la Catedral de Luz en The Vision Machine, de Paul Virilio (forma parte de la bibliografía del OTRI) y me impactó que algo que se podría considerar tan actual ya hubiera sido utilizado hace 70 años. Ahora las proyecciones y el video mapping son formas de expresión comunes pero el light art no fue considerado una tendencia artística hasta finales de los 60.

Instalación de James Turrell en el Chichu Art Museum, Naoshima.

El uso de la luz por parte de Speer ha hecho que no pudiera evitar acordarme de cuando en 2019 visité el Chichu Art Museum en Naoshima. El museo es un diseño de Tadao Ando y, pese a su tamaño, alberga muy pocas obras.

Una de ellas es una instalación de James Turrel:

En ella te encuentras una escalera con ocho escalones que terminan en una pequeña estancia. Al terminar de subirla, entras en el habitáculo de la parte superior, en el que una luz que se va tiñendo de diferentes colores provoca que pierdas la percepción del espacio. Al fondo, un pequeño hueco genera la sensación de que tienes un vacío ante ti.

La escalera, elemento que te “separa” de lo terrenal. Metáfora de ascensión divina. La luz y el color para emocionar y desconcertar al espectador.

Bajo mi punto de vista, probablemente equivocado, el nexo que une las diversas obras del Chichu Art Museum es la conexión con lo divino, con lo espiritual.

Pero esa historia queda para otro post.

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Un apunte:

La Bat-señal apareció por primera vez en 1942, pocos años después de la construcción de la Catedral de Luz…


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